Posteado por: emprendedoresadventistas | 3 agosto 2010

EDUCACION EMPRENDEDORA


LA DIGNIDAD DEL TRABAJO
A PESAR de todo lo que se ha dicho y escrito acerca de la dignidad del trabajo manual, prevalece el sentir de que es degradante. La opinión popular ha trastornado en muchas mentes el orden de las cosas, y los hombres han llegado a pensar que no es propio que el hombre que trabaje con las manos ocupe un lugar entre caballeros. Los hombres trabajan arduamente para obtener dinero; y habiendo alcanzado riquezas, suponen que éstas harán caballeros a sus hijos. Pero muchos de los tales no preparan a sus hijos para un trabajo duro y útil como ellos fueron preparados. Sus hijos gastan el dinero ganado por el trabajo ajeno, sin comprender su valor. Así emplean mal un talento al que Dios quiso ver realizar mucho bien.A PESAR de todo lo que se ha dicho y escrito acerca de la dignidad del trabajo manual, prevalece el sentir de que es degradante. La opinión popular ha trastornado en muchas mentes el orden de las cosas, y los hombres han llegado a pensar que no es propio que el hombre que trabaje con las manos ocupe un lugar entre caballeros. Los hombres trabajan arduamente para obtener dinero; y habiendo alcanzado riquezas, suponen que éstas harán caballeros a sus hijos. Pero muchos de los tales no preparan a sus hijos para un trabajo duro y útil como ellos fueron preparados. Sus hijos gastan el dinero ganado por el trabajo ajeno, sin comprender su valor. Así emplean mal un talento al que Dios quiso ver realizar mucho bien.

Una de las salvaguardias más seguras contra el mal es la ocupación útil, mientras que la ociosidad es una de las mayores maldiciones; porque el vicio, el crimen y la pobreza siguen en su estela.

Los que están siempre ocupados, que atienden alegremente sus tareas diarias, son los miembros útiles de la sociedad.Por el cumplimiento fiel de los deberes que hallan en su senda, hacen que su vida les beneficie a ellos mismos y a otros. El trabajo diligente los guarda de muchas de las trampas de aquel que «halla siempre alguna mala ocupación para las manos ociosas».

No siempre ganan la carrera los veloces, ni la batalla los fuertes; y los que son diligentes en los negocios no siempre prosperan. Pero «la mano de los diligentes enriquece». Y mientras la indolencia y la somnolencia agravian al Espíritu Santo y destruyen la verdadera piedad, también llevan a la pobreza y a la necesidad. «La mano negligente empobrece» (Prov. 10: 4).

El trabajo juicioso es tónico para la familia humana. Hace fuertes a los débiles, ricos a los pobres, felices a los desgraciados . Satanás está en acecho, listo para destruir a aquellos que en su tiempo libre le dan oportunidad de acercarse a ellos bajo algún disfraz atrayente. Nunca tiene más éxito que cuando se acerca a los hombres en sus horas de ocio.

La lección de laboriosidad y contentamiento

Entre los males resultantes de las riquezas, uno de los mayores es la idea corriente de que el trabajo es degradante. El profeta Ezequiel declara: «He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: Soberbia, saciedad de pan y abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas; y no fortaleció la mano del afligido y del menesteroso» (Eze. 16: 49). Aquí se nos presentan los terribles resultados de la ociosidad, que debilita la mente, degrada el alma y pervierte el entendimiento haciendo una maldición de lo que fue dado como una bendición. Los hombres y mujeres que trabajan son los que ven cosas grandes y buenas en la vida, y son los que están dispuestos a llevar sus responsabilidades con fe y esperanza…

…El apóstol Pablo consideraba la ociosidad como un pecado. Aprendió el oficio de hacer tiendas en todos sus detalles, importantes o insignificantes, y durante su ministerio trabajaba a menudo en ese oficio para mantenerse a sí mismo y a los demás. Pablo no consideraba como tiempo perdido el que pasaba así. Mientras trabajaba, el apóstol tenía acceso a una clase de personas a quienes no podría haber alcanzado de otra manera. Mostraba a sus asociados que la habilidad en las artes comunes es un don de Dios. Enseñaba que aun en el trabajo de cada día se ha de honrar a Dios. Sus manos encallecidas por el trabajo no restaban fuerza a sus llamamientos patéticos como ministro cristiano.




La educación de las niñas

 

Facultades físicas y mentales pudieden ejercitarse por igual

 

Son muchas las jóvenes casadas, que tienen familias pero poseen poco conocimiento práctico de los deberes que incumben a una esposa y madre.

Pueden leer y tocar un instrumento de música; pero no saben cocinar. No saben hacer buen pan, que es muy esencial para la salud de la familia. No saben cortar ni hacer ropas, porque nunca lo han aprendido.

Consideran estas cosas como no esenciales, y en su vida matrimonial, dependen tanto de otras personas para hacer estas cosas como sus propios hijitos. Es esta ignorancia inexcusable de los deberes más primordiales de la vida lo que hace a tantas familias desgraciadas…

El trabajo no degrada

Es un error popular entre una clase muy numerosa el considerar el trabajo como degradante; por eso los jóvenes anhelan educarse para ser maestros, dependientes, comerciantes, abogados, y ocupar casi cualquier puesto que no requiera trabajo físico.

Las jóvenes consideran el trabajo doméstico como humillante. Y aunque el ejercicio físico requerido para las labores domésticas, si no es demasiado severo, es apropiado para fomentar la salud, procuran para educarse aquello que las hará idóneas para llegar a ser maestras o dependientes, o aprenden algún oficio que las encerrará entre cuatro paredes, o algún empleo sedentario…

Es cierto que tienen alguna excusa las jóvenes por no elegir el trabajo doméstico para emplearse, porque los que emplean jóvenes para la cocina las consideran generalmente como sirvientas.

Frecuentemente no las respetan, sino que las tratan como si fuesen indignas de ser miembros de la familia. No les dan los privilegios que brindan a la costurera, a la dactilógrafa y a la maestra de música.

Pero no puede haber empleo más importante que el trabajo doméstico. El cocinar bien, el poner sobre la mesa alimentos sanos en forma atrayente, requiere inteligencia y experiencia. La persona que prepara el alimento que ha de ingerirse para que se convierta en sangre que nutra el organismo, ocupa un puesto muy importante y elevado. El puesto de copista, costurera o maestra de música, no puede igualarse en importancia al de la cocinera.

LA EDUCACIÓN PRACTICA

Los alumnos que han obtenido conocimiento de los libros sin adquirir un conocimiento del trabajo práctico no pueden aseverar que tienen una educación simétrica.

Las energías que debieran haberse consagrado a los quehaceres de diversos ramos, han sido descuidadas.

La educación no consiste en usar solamente el cerebro. El trabajo físico es parte también de la educación esencial para todo joven. Falta de una fase importante de la educación si no se enseña al alumno a dedicarse a un trabajo útil.
El ejercicio saludable de todo el ser dará una educación amplia y abarcante. Todo estudiante debe dedicar una parte de cada día al trabajo activo.

Así adquirirá hábitos de laboriosidad y se fomentará en él un espíritu de confianza propia, y al mismo tiempo estará a salvo de muchas prácticas malas y degradantes que son a menudo resultado de la ociosidad.

Y todo esto está de acuerdo con el objeto primordial de la educación, porque al estimular la actividad, la diligencia y la pureza, nos ponemos en armonía con el Creador.

Los alumnos deben salir de nuestras escuelas dotados, de eficiencia cabal, a fin de que cuando dependan de sus propios recursos, tengan conocimientos que puedan usar, útiles para tener éxito en la vida.

La disciplina que para la vida práctica se obtiene del trabajo físico combinado con el esfuerzo mental, queda endulzada, al reflexionar en que ella hace a la mente y al cuerpo más idóneos para cumplir la obra que Dios requiere que los hombres hagan.

Cuanto más perfectamente sepan los jóvenes cumplir deberes de la vida práctica, tanto mayor será el gozo tendrán día tras día por ser útiles a otros. La mente educada para disfrutar del trabajo provechoso se amplía; la preparación y la disciplina se hace idónea para ser útil; porque adquiere el conocimiento esencial que permite a su poseedor beneficiar a otros.

(Párrafos diversos)
CONSEJOS PARA LOS MAESTROS
PADRES Y ALUMNOS
acerca de la
EDUCACIÓN CRISTIANA

Elena G. de White


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